
Con artistas de primer nivel, este atípico pero logrado espectáculo llevado a cabo en el Teatro Nacional Cervantes revisita la obra del compositor afroargentino Zenón Rolón (1856 – 1902) y busca poner en valor una parte fundamental e invisibilizada del patrimonio musical argentino.
Por Leila M. Recchi
Debut y despedida. Así fue el paso de la zarzuela Chin Yonk por el Teatro de la Comedia el 30 de Noviembre de 1895. Nacida en el imaginario de Enrique García Velloso y Mauricio Nirentein (por entonces, ambos quinceañeros del Colegio Nacional Buenos Aires, y posteriormente figuras renombradas de la cultura porteña), relataba una serie de desventuras de cierto tinte humorístico con un Jack el Destripador japonés en la Cordillera de los Andes como disparador… Sí, así de delirante como se lee.
Durante su estreno, la crítica especializada coincidió en que la obra no era particularmente buena pero alentaba a sus jóvenes autores a seguir intentando. Lo que sí destacaban era una cosa: la música. Mezcla de opereta francesa y candombe rioplatense (como puede leerse en casi todas las citas al respecto), cada instante sonoro de Chin Yonk fue compuesto por Zenón Rolón.
Nombre que hoy posee poca resonancia, Rolón nació el 25 de Junio de 1856 (m. 1902) y fue durante finales del s. XIX un reconocido músico bonaerense, becado y formado en Italia que compuso, entre otras célebres obras de la época, la Marcha Fúnebre que sonó al repatriarse los restos del General San Martín en 1880 y la Marcha Falucho (1897). Tocó en el Teatro Colón, abrió una casa de litografías y de edición de música, fue profesor de música de las escuelas del Consejo Nacional de Educación e incluso ganó el segundo premio en la Exposición Continental realizada en Buenos Aires en 1882. Pero hay un detalle que explicaría su (¿intencional?) olvido: Zenón Rolón era negro.
La desaparición afroargentina constituyó un proceso social de invisibilización (que como todo proceso no se dio de un día para otro, sino que podríamos ubicar entre las presidencias de Roca e Yrigoyen, donde se incentivó la inmigración blanca y europea por considerársela superior), llevado adelante mediante diversos mecanismos de ocultamiento, que van desde la muerte a gran escala por epidemias, la participación de batallones de pardos y morenos en batallas, la declinación poblacional por el fin de la trata esclavista y el mestizaje, hasta la ignoración en las mediciones estadísticas oficiales. Sin embargo, la situación de la población afrodescendiente era particular y algunos miembros (hombres, por si fuera necesario aclarar) hasta entonces podían ascender en la escala social a base de la meritocrática idea instalada por ciertas élites locales de autosuperación y esfuerzo personal. Es así como Zenón Rolón logró acceder a reconocimiento y respeto en el ámbito de la música (que, cabe aclarar, en su caso tenía una marcada impronta europea), pero luego su obra fue completamente relegada y, en algunas menciones posteriores, incluso su figura fue caricaturizada por cuestiones raciales.
Gracias a una investigación casi detectivesca y a la puesta en valor de sus manuscritos, con el incentivo de Gonzalo Demaría (director del Teatro Cervantes) que convocó a los especialistas Lucio Bruno-Videla y Javier Lorenzo, el trabajo de miembros del Instituto de Investigación en Etnomusicología (IIET) de la Ciudad de Buenos Aires y la posterior dramaturgia de Fernando Albinarrate, hoy podemos asistir a este hermoso espectáculo que es Chin Yonk Ataca de Nuevo. Y para comenzar, hay que decir que el “…Ataca de nuevo” nos retrotrae al inicio de esta nota, pues como decíamos, la Chin Yonk original se representó una única noche en 1895 y debido al desorden del guion y a que los jóvenes asistentes (prácticamente todos adolescentes del colegio Nacional Buenos Aires, compañeros de cursada de los autores Enrique García Velloso y Mauricio Nirentein) en la euforia de los aplausos y festejos finales dejaron en muy malas condiciones las instalaciones del Teatro de la Comedia.
En la propuesta actual, lo que tenemos son algunos fragmentos musicales de la mencionada obra y otros números de Rolón, conectados por la aparición de cuatro intérpretes que nos van contando con mucho humor un poco de lo que se sabe de la obra y de la vida del compositor. Así, los vemos pasar de presentadores a personajes particulares, con cambios de vestuario (muy logrado el diseño de Sofía Di Nunzio) e interacción constante con el público e incluso con el director musical. El maestro de ceremonias y personaje más cómico es interpretado por Tincho Lups, quien usa constantemente como latiguillo el título de este evento y viene a ser el Chin Yonk original. Los cantantes solistas son Josefina Scaglione (soprano), Nacho Pérez Cortés (tenor) y Jesús Villamizar (barítono), todos muy bien en sus roles: mientras que Scaglione con su timbre claro juega vocalmente entre lo lírico y semitanguero, Pérez Cortés y Villamizar muestran voces líricas también muy bellas, a la vez que en todos los casos notamos un despliegue actoral muy divertido. De especial destaque son las intervenciones a dúo o a trío en diversos momentos de la obra, donde se percibe a la perfección la inteligencia de Zenón Rolón para trabajar armónicamente. Por supuesto, hay intervenciones solistas donde cada cantante hace destaque de sus habilidades, y también, escenas de absoluto desparpajo humorístico, como cuando desde los palcos los intérpretes nos quieren contar cómo era el público porteño del fines de s. XIX y proceden a tener una eufórica interlocución que incluye el arrojo de objetos.
PH: Ailen Garelli
También, contamos con la participación del Coro Nacional de Música Argentina, que en sus participaciones se mostró ecléctico interpretando breves números de carácter más sacro como el Ora Pro Nobis y otros más rítmicos y populares, aunque también sería bueno decir que tuvo una actuación más de acompañamiento, de fondo. Se suma a la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martín, que ya no necesita ningún tipo de introducción, pues su nivel siempre es cada vez mejor. En particular, las cuerdas y la percusión tuvieron una performance destacadísima, con contrastes marcados y una dirección musical que acompañó en todo momento. Aquí, entonces, hay que hablar de los tres directores que se intercalaron durante la noche: Fernando Albinarrate, Lucio Bruno-Videla y Javier Lorenzo. Cada uno de ellos con su impronta propia, pudo cargarse una jornada que implicaba responsabilidad, pues es notorio que incluso en los momentos cómicos nunca se subestimó la musicalidad y complejidad que nos presenta la obra de Rolón. Escuchamos pasajes de todo tipo: con mucha movilidad y ritmos marcados (de carácter folclórico, tanguero y candombero), pero también con sensibilidad, sutileza en matices y climas varios.
Hay un cuarto director musical, que es Augusto Pérez Guarnieri, encargado del Ensamble de Candombe Afroporteño del Instituto de Investigación en Etnomusicología. Aquí tenemos otro punto alto de la velada: buscando recrear el costado sonoro más candombero de Rolón, el ensamble irrumpe en el escenario para luego bordear e interactuar con el público, que -en su mayoría- responde alegre y haciendo palmas.
Otro aspecto importante es la puesta, que no consta de escenografía alguna, sino que se vale solamente de un juego de iluminación con luces y sombras. Eso ayuda a mantener la atención en lo que ocurre musicalmente y en el intercambio actoral. Y aquí, por si aún no quedó claro, queremos destacar que Chin Yonk Ataca De Nuevo no es un espectáculo convencional, pues si bien mantiene una linealidad clara no cuenta una historia típica bajo el dogma inicio – nudo – desenlace, si bien por supuesto está guionado a la perfección y es claro por qué vamos de un punto al otro. Asistimos, sin más, a una conjunción artística escénica y musical que dan por resultado una noche original y memorable, bajo la dirección general de Sebastián Irigo. Sería interesante, como crítica constructiva hacia el Teatro Cervantes, que en el programa de mano y en la información brindada durante la publicidad en redes y medios locales se mencionen abiertamente y con título correspondiente las obras incluidas en el espectáculo, pues creemos interesante poder revisitarlas e investigarlas incluso luego del cierre de telón.
Para finalizar, y con un brindis entre los intérpretes, se realiza la lectura de un fragmento de “Dos palabras a mis hermanos de casta”, un texto de Zenón Rolón que (si bien fue cuestionado en su momento y a hoy algunas investigaciones consideran sesgado por los ideales europeístas de las élites de su época) sirve para dejar en clara la intencionalidad de revalorización afroargentina que este espectáculo tiene y, por supuesto, el deseo por la igualdad entre individuos. “Brindemos por la cultura”, sostienen los solistas antes de un último y bello momento musical en conjunto con la orquesta y coro. Desde aquí, aplaudimos, anhelamos y abogamos por la preservación y valoración de nuestro patrimonio artístico nacional.
“Chin Yonk Ataca de Nuevo”, obra teatral musical para solistas, maestro de ceremonias, coro, orquesta y ensamble de candombe. Música de Zenón Rolón. Intérpretes: Josefina Scaglione (soprano), Nacho Pérez Cortés (tenor), Jesús Villamizar (barítono), Tincho Lups (actor, maestro de ceremonias), Coro Nacional de Música Argentina, Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional Libertador San Martín y Ensamble de Candombe Afroporteño del Instituto de Investigación en Etnomusicología. Arreglo de partituras / Pianista de ensayos: Gerardo Delgado. Trascripción y edición de partituras: Javier Lorenzo. Diseño de vestuario: Sofía Di Nunzio. Diseño de sonido: Alejandro Blanco. Diseño de luces: Gonzalo Córdova. Coordinación de ensamble de tambores: Augusto Pérez Guarnieri. Dirección musical: Fernando Albinarrate, Lucio Bruno-Videla y Javier Lorenzo. Producción TNC: Nadia Crosa, Sofía García Jabif y Martín Queraltó. Asistencia de dirección TNC: Alejandro Pellegrino. Dirección general: Sebastián Irigo. Sala María Guerrero del Teatro Nacional Cervantes, Viernes y Sábados 19, 20, 26 y 27 de Abril a las 20:30hs.