Charles Chaplin y su faceta musical

Charles Chaplin y su faceta musical

¿Sabías que antes de comenzar su carrera como actor Charles Chaplin tuvo la intención de poder dedicarse profesionalmente a la música?


Tras debutar siendo un niño en los escenarios del vaudeville británico, se une en 1910 a la compañía de Fred Karno, con quien realiza su primera gira norteamericana en 1912 con su violín a cuestas, un violín para zurdos con las cuerdas dispuestas en el orden inverso. Durante este periodo, toma lecciones del director de la orquesta de la compañía y estudia entre cuatro y seis horas diarias con la intención de poder dedicarse profesionalmente a la música, pero pronto se da cuenta de sus limitaciones. No sabía leer ni escribir música y jamás se consideró más que un aficionado, aunque muchos sostienen que fue un consumado músico.

Desde su juventud siguió tocando el piano, el violín (con el que practicaba casi todos los días porque decía que le servía para relajarse), la flauta, el órgano y también el violoncello. Poseía un sentido innato para la melodía, tocaba esos instrumentos “de oído” y fue autodidacta en su aprendizaje.

A pesar de que Chaplin renunció a utilizar la voz hasta El gran dictador, la consolidación del cine sonoro le produjo luego la satisfacción de poder escribir y controlar la música que sonaba durante la proyección de sus películas, a las que siempre llenó musicalmente con un gran talento para combinar con elegancia la comicidad de sus propuestas con el sentimentalismo más empalagoso, en el que revela su gusto por las melodías románticas y fáciles de retener y asociar a la comedia.

 

En 1931 Chaplin crea la música para su primera obra maestra, Luces de la ciudad (City Lights) y lo hace en solitario en lo que se considera su debut como compositor, aunque también aquí contó con la colaboración de un músico asociado, que esta vez fue Arthur Johnston, y detrás de bambalinas estarán los arreglos y la dirección musical del gran Alfred Newman. En este caso se verá envuelto en una demanda de plagio entablada por el compositor José Padilla por la utilización sin reparo alguno de su canción “La violetera” y perderá el pleito. (ver en esta web CITY LIGHTS (1931) – Charles Chaplin: Iluminados por el plagio)

Repetirá autoría exclusiva de la música en Tiempos modernos (Modern Times, 1936) con David Raksin como asociado y otra vez con arreglos y dirección musical de Newman, en cuya banda sonora aparece la bellísima canción “Smile” que se hiciera famosa y que fue escrita por Chaplin; en Monsieur Verdoux (1947) con Rudy Schrager como músico asociado, y en Candilejas (Limelight, 1952), con Ray Rasch, para la que compone el “tema de Terry”, al que en 1953 John Turner y Geoffrey Parsons le agregan letra y lo lanzan como canción renombrándolo “Eternally” con la voz de Jimmy Young, convirtiéndose en uno de los más célebres temas de toda la producción musical de Chaplin. Por su parte para Un rey en Nueva York (A King in New York, 1957) cuenta con Eric James y Dave Shand como músicos asociados.

Chaplin siempre tuvo claro el importante papel que la música tenía en sus películas y en el cine en general, y para concretar esa convicción, en la última etapa de su vida, retirado en Suiza, se propuso componer la música original que sus antiguos cortometrajes no tenían, molesto por los añadidos musicales que usual e indiscriminadamente manos ajenas insertaban en aquellos primeros cortos cómicos.


Chaplin y los músicos

“Con qué clase de hombres preferiría yo tratar?…  (de entre los actores) Douglas (Fairbanks) era el único actor con quien hice amistad… Los escritores son personas gratas, pero no muy generosas. Rara vez comparten con los demás lo que saben; la mayoría de ellos guardan su sabiduría entre las tapas de sus libros. Los sabios pueden ser una compañía excelente, pero su simple presencia en un salón nos paraliza mentalmente a los demás. Los pintores son molestos, porque la mayoría de ellos pretenden hacer creer que son filósofos, más que pintores. Los poetas pertenecen indudablemente a la clase superior e incidentalmente son agradables… Pero creo que los músicos son, en su conjunto los más gratos de tratar…

Recuerdo al pianista Horowytz cenando en  mi casa y a los invitados discutiendo la situación del mundo y diciendo que la depresión y el paro producirían un renacimiento espiritual. De pronto se puso en pie y dijo: “Esta conversación me ha despertado el deseo de tocar el piano”. (Pág. 382-3). Época en la que rodaba El gran dictador.

La amistad con Eisler y Schönberg

Hanns Eisler trajo a mi estudio a Schönberg, que era un hombrecillo franco y abrupto, cuya música admiraba yo mucho, y a quien había visto con regularidad en Los Ángeles en los campeonatos de tenis, sentado solo en las gradas de sol, con una gorra blanca y una camisa descotada. Después de ver mi película Tiempos modernos, me dijo que le había gustado la comedia, pero que mi música era muy mala, y tuve que coincidir con él en parte. Discutiendo sobre música, hizo una observación que se me quedó grabada para siempre: “Me gustan los sonidos, los bellos sonidos”.

“Hanns Eisler contó una divertida historia referente a aquel gran hombre. Cuando Hanns estudiaba armonía bajo su dirección, tenía que recorrer en pleno invierno ocho kilómetros sobre la nieve para asistir a una lección del maestro a las ocho en punto. Schönberg, ya próximo a la calvicie, solía permanecer sentado al piano, mientras Hanns, mirando por encima de su hombro, leía y silbaba la música. “Joven – decía el maestro- no silbe. Su aliento helado resulta muy frío en mi cabeza”.   En el libro “Historia de mi vida” (Taurus, 1965. Pág. 439)


 

Nota basada en: https://themoviescores.com/inicio/biografias-de-compositores-de-bandas-sonoras/biografia-charles-chaplin-el-musico-detras-del-genio/

 

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