Con una producción de primer nivel, la ópera francesa se despidió de la temporada en medio de aplausos.
Por Leila M. Recchi
Foto: Liliana Morsia
En 1998, Ana D’Anna, Antonio Russo y Horacio Jaunarena idearon Juventus Lyrica, una asociación civil sin fines de lucro impulsada por el amor a la ópera y la intención de promover oportunidades de formación y desempeño profesional para jóvenes artistas que, muchas veces, no tenían la posibilidad de aspirar a escenarios más allá de la realidad del Teatro Colón. A la par, desarrollar nuevas audiencias y ofrecer un espacio alternativo para disfrutar el género lírico fueron pilares. Desde entonces, han puesto en escena numerosos espectáculos que destacaron por su frescura y excelencia.
En este caso, estamos frente a “Carmen”, quizás una de las óperas más reconocidas de todos los tiempos. Cuesta pensar en alguien que no haya oído alguna vez las líneas melódicas de «L’amour est un oiseau rebelle» (alias “La habanera”), “Votre toast, je peux vous le rendre” (aka “Toreador”) o incluso su obertura. La propuesta de montar esta gran obra siempre implica una responsabilidad que, además de su relevancia musical, nos posiciona frente a un libreto que en contextos actuales donde la violencia de género se denuncia y combate puede rozar los bordes de la mal enfocada “cultura de la cancelación”. Por eso, el resultado final de la puesta que presenciamos en el Teatro Avenida es aplaudible e inteligente en todo sentido.
Si analizamos detalladamente, la escenografía no posee una cantidad desbordada de elementos sino los justos y necesarios, con estructuras e iluminación que aclimatan a la perfección. El vestuario y la caracterización sigue esa misma línea, y en todos los casos la paleta de colores elegida es acertada para contextualizar con las emociones y acciones escénicas. La distribución de las espacialidades estuvo trabajada con cuidado y precisión.
La orquesta sonó espléndidamente, destacándose la percusión que incluye castañuelas o pandereta para acercarnos a la Sevilla española del siglo XIX. Las cuerdas y vientos no se quedaron atrás y presentaron a la perfección los matices y caracteres que los distintos pasajes requerían.
Las vocalidades nos deslumbraron desde el inicio. La Micaela de Carolina Gómez es simplemente espléndida, posee un timbre bellísimo que la cantante supo aprovechar en cada intervención para brindarnos distintos matices y sentimientos. Escamillo o el “Toreador” fue personificado por Juan Salvador Trupia y, como era de esperarse, lo hizo de manera perfecta: el barítono es, sin lugar a dudas, una de las voces más importantes de la última década en el ambiente. Cristian Taleb se compenetró con Don José a un punto tal que podía transmitir pena o repulsión por su personaje, y al cantar plasmó todo gratamente. Finalmente, la Carmen de Rocío Arbizu es un acierto enorme: fue manipulación y seducción, pero también inteligencia y empoderamiento, una mujer que eligió la libertad. Siempre convenció en su porte y vocalmente recorrió todos los lugares posibles y necesarios para una gitana memorable.
Los personajes que completan el reparto también estuvieron a la altura de las circunstancias. Mercedes por Daniela Prado y Frasquita por Sabrina Pedreira son magníficas, contrastan entre sí a la vez que fusionan todos los colores posibles. Zúñiga de Víctor Chávez, el Dancairo de Mauricio Meren, el Remendado de Álvaro García Martínez y Morales de Gabriel Vacas son todos interpretados vocal y actoralmente de gratísima manera, al punto de que sus intervenciones breves son más que disfrutables.
Hay que hablar también del gran trabajo coral de esta puesta. El coro fue un personaje más, tanto en las intervenciones en conjunto como cuando se separaba en femenino o masculino. El empaste fue perfecto, al igual que la articulación y el carácter en cada caso. Por otro lado, el coro de niños y niñas con dirección de Rosana Bravo generó ternura y a la vez una grata sorpresa, ya que se notaba el estudio y preparación de fondo. Cabe destacar aquí que algunos de los integrantes pertenecen al Centro Artístico Solidario Argentino – C.A.S.A., una organización sin fines de lucro que brinda enseñanza de música gratuita a jóvenes de Bajo Flores y Villa Soldati.
La dirección musical estuvo a cargo de Hernán Sánchez Arteaga, y no hay nada para cuestionar, pues sus marcaciones se aprecian claras y justas, con carácter y sensibilidades acordes. Sin duda, pudo sacar lo mejor de cada intérprete vocal e instrumental, y volvió a darnos una muestra de su calidad.
La dirección escénica de Ana D’Anna y María Jaunarena también es irreprochable, cada detalle se notaba atendido y trabajado. Incluso desde las marcaciones actorales, con sutilezas muy logradas como paralelismos entre Carmen y el toro hasta expresiones corporales desbordadas.
Muy inteligente fue la idea de incluir al bailaor Vico Zapata en la escena de la taberna de Lillas Pastia además de un grupo de bailarines / figurantes que ingresaron desde el público a inicios del cuarto acto acompañando a Escamillo, ya que los presentes se vieron sorprendidos y cautivados, logrando interacción y aplausos.
No es algo menor mencionar que “Carmen” fue estrenada en el año 1875, donde ni por casualidad existía la noción de “violencia de género” o “femicidio”. Por eso, el “crimen pasional” de Don José al finalizar la ópera podía generar sensaciones completamente diferentes a las de los ojos actuales. En los últimos años, mucho se debatió sobre qué era correcto a la hora de montar la escena, e incluso hay quienes optaron por modificarla. Pero aquí se resolvió por lo más sabio: mostrar la acción tal cual ocurre en el libreto. Nunca se justifica, por el contrario (y aquí hay otro acierto de dirección), José para entonces ya no es más que una figura patética, que va siendo apuntado cada vez más en el transcurso de las tres horas de espectáculo por el entorno, que muestra disconformidad por su violencia. Y más allá de lo manipuladora que se comportara Carmen en un principio, es obvio que los espectadores tomarán partido por ella y repudiarán el accionar machista de la época que si no podía poseer lo que quería, lo mataba.
Una vez más, Juventus Lyrica demostró por qué su misión es tan importante, uniendo todos los condimentos para que las noches en el Teatro Avenida hayan sido inolvidables. Y la gente, desde ya, lo agradeció con aplausos y ovaciones.
“Carmen”, ópera en cuatro actos, subtitulada, con puesta de Juventus Lyrica. Música: Georges Bizet. Libreto: Herni Meilhac y Ludovic Halévy, basado en la novela de Prosper Mérimée. Dirección musical: Hernán Sánchez Arteaga. Asist. de dirección musical: Federico Chlopecki. Dirección escénica: Ana D’Anna, María Jaunarena. Asist. de dirección escénica: Adrián Mendoza. Coordinación general: Gustavo Passerino. Coordinación de producción: Lucila Forlano. Maquillaje y peinado: Silvana Caruso y equipo. Escenografía e iluminación: Gonzalo Córdova y equipo. Vestuario: María Jaunarena y equipo. Equipo de Maestros internos, de sobretitulado e idiomáticos. Carmen: Rocío Arbizu, Estafanía Cap (cover). Don José: Marcelo Gómez (14, 16 y 20), Cristian Taleb (22). Micaela: Carolina Gómez (14 y 22), Rocío Giordano (16 y 20). Escamillo: Juan Salvador Trupia, Walter Schwarz (cover). Frasquita: Virginia Lucero Guevara (14 y 20), Sabrina Pedreira (16 y 22). Mercedes: Estefanía Cap (14 y 20), Daniela Prado (16 y 22). Zúñiga: Walter Schwarz (14, 16 y 20), Víctor Chávez (22). Dancairo: Gabriel Vacas (14 y 20), Mauricio Meren (16 y 22). Remendado: Lautaro Chaparro (14 y 20), Álvaro García Martínez (16 y 22). Morales: Marcelo Reynes (14 y 20), Gabriel Vacas (16 y 22). Lillas Pastia: Manuel Brener. Guía: Manuel Brener. Picador y gitano: Giorgio Zamboni. Bailaor: Vico Zapata. Bailarines / figurantes. Coro Juventus Lyrica, Coro de Niños y Orquesta. Teatro Avenida, los días 14, 16, 20 y 22 de Octubre a las 20hs.