La mezzosoprano italiana Annalisa Stroppa vuelve al Teatro Colón para interpretar uno de sus roles favoritos. Será la encargada de dar vida a Adalgisa en la ópera “Norma” de Bellini, la última de la temporada.
Aprovechamos el día de su descanso en Buenos Aires y charlamos sobre sus comienzos, el despegue que significó su trabajo junto a Riccardo Muti y su alegría de volver a cantar en “uno de los teatros más importantes y preciosos del mundo”.
Por Maxi Luna.
Descubriste el canto lírico escuchando viejos cassettes en la casa de tus abuelos ¿verdad?
Sí, era la música que ellos escuchaban. Yo estaba ahí durante el día porque mis padres trabajaban, así que pasaba todas las tardes con ellos y escuchaba y repetía. En realidad mis dos abuelas, porque con mi abuela materna también he crecido escuchando música clásica y me escribía todas las palabras en un papel, que hoy todavía tengo, y yo las repetía y memorizaba. Ella no está más aquí, pero de verdad me ha dado mucho y enseñado sobre los verdaderos valores de la vida, algo que solo lo que los abuelos pueden darte. Mi otra abuela, de parte de mi padre, tenía una voz muy especial, nunca pudo estudiar, aprender a cantar, pero lo hacía porque le gustaba. En la Iglesia yo la escuchaba solo a ella cantar. También me han dado siempre la fuerza de creer en mis sueños. Eso es importante. Fui muy afortunada y agradezco mucho a la vida estas enseñanzas.
Cantabas las arias de los tenores sobre todo…
Claro, todos tenores. Cantaba como me salía, pero había aprendido que tenía una voz más grande y fácil que la de mis compañeras en la escuela, me daba cuenta que tenía algo especial. Aún no había podido construir mi voz, era un don natural. Después he estudiado y trabajado mucho para mejorarla con técnicas; pero desde el principio estaba ahí, puesta, colocada.
¿Te hizo dar cuenta de que ese don podía llegar a ser eventualmente una carrera?
Mis padres me llevaron a visitar a una cantante solo para saber si merecía la pena que cantara siendo muy pequeñita. Ella dijo: “Pienso que tienes una voz muy especial y no tienes que estropearla”, porque era pequeña y la voz no estaba formada todavía. Agregó: “Tienes que conservarla como a un gran tesoro”, y me dio un consejo muy importante: “Consérvala como si fuera el diamante más precioso y después, cuando la voz esté formada, abriremos la caja fuerte para ver el diamante y vamos a elaborarlo, trabajarlo”. Luego empecé a estudiar música y fue más fácil aprender a cantar.
¿Cuál era el riesgo de que empezaras a cantar demasiado pronto?
De verdad es un riesgo porque si empezas a cantar de la manera incorrecta con una voz que no está formada, la destruyes. Es como un instrumento musical, si no lo cuidas de la manera justa no suena bien. Cuando sos adolescente la voz no está mutada, la tienes que trabajar. Hay muchísimos niños que cuando empiezan a cantar en un coro por ejemplo, después tienen mucha dificultad para cambiar de técnica, para volver a la impostación lírica. Tuve la suerte de saber esperar primero, y también después, cuando empecé a estudiar con una maestra muy brava y atenta a la calidad vocal.
Tu carrera profesional la empezaste más bien grande…
Exactamente. Ya súper formada, me dije: “ahora quiero empezar”. Y sí, he empezado un poquito tarde, pero creo que fue en el momento justo. Nunca es tarde en realidad, 20, 21 años, está bien.
Tu debut fue nada menos que con Riccardo Muti.
Sí, empecé con I due Figaro con Riccardo Muti. Luego lo hemos traído a aquí también en 2012 y ha sido mi debut en el Teatro Colón. Me enamoré del teatro, fue una maravilla y un encanto de verdad cantar aquí. Después, poco a poco todo ha llegado, desde los pequeños roles en pequeños teatros a los teatros más grandes de todo el mundo. Soy muy feliz por eso.
¿Actuar con Muti fue el punto clave para tu carrera? ¿Fue un concurso o una audición abierta?
Había hecho muchos concursos, primero nacionales y después internacionales. Algunos los ganaba confirmando mi camino y que podía ir adelante. En una oportunidad había una profesora del Teatro Ravenna de Italia, donde trabajaba la mujer del maestro Muti, y me recomendó ir a una audición. Me dijo: “bueno, creo que tienes muchas posibilidades, este año todo está cerrado, pero me gustaría que conozcas al maestro”. Luego Muti me escuchó y me dijo que la próxima audición sería I due Figaro de Mercadante. Lo estudié y vi que las partituras estaban bien para mis cuerdas. Él entrevistó a muchas personas, pero al final me eligió. No me lo esperaba. Era una desconocida descubierta por el maestro Muti en el Festival de Salzburgo y todos los ojos estaban puestos en mí porque debutaba a nivel internacional. Me presentaba al mundo. Creo mucho en el destino y en el Señor y pensé: “bueno, si has querido que esté hoy aquí me darás la fuerza de afrontarlo”, y así fue. Había hechos papeles más pequeños en otros contextos, pero ahí empezó todo.
¿Te abrió puertas?
Sí, muchas puertas. Claro, siempre tuve que demostrar con trabajo, empeño y estudio. Nunca se termina de estudiar, de aprender y mejorar. Me gusta y disfruto mucho este trabajo, aún con las dificultades que tiene como la distancia, pero la gratificación cuando haces lo que amas es muy grande. Tengo todavía la suerte de tener una familia que nunca me deja sola y con la que a pesar de la distancia estamos en contacto. Es un sueño trabajar con tu pasión y le agradezco mucho a la vida por todo esto. Tengo el mismo entusiasmo de cuando era niña.
Ahora volvés al Teatro Colón…
Cuando me dijeron “¿Te gustaría volver al teatro Colón para Norma?”, encima como Adalgisa, un rol que me gusta muchísimo, lo adoro. Nunca pregunté nada más, he dicho un súbito “sí, vamos” (risas).
Cantar en el teatro Colón es un sueño, tiene algo muy especial. Tenía muchas ganas de volver porque es uno de los teatros más importantes y preciosos del mundo. Vuelvo a cantar aquí después de seis años y el ambiente que se respira es único. Solo si pienso en la historia que ha tenido, en los cantantes que han cantado aquí, desde Callas, Pavarotti, Fedora Barbieri, Joan Sutherland; en sí, los más importantes cantantes de todos los tiempos, me salta la emoción. También pienso en la arquitectura, una maravilla, una sala preciosa que realmente me deja sin palabras.
Cuando llegué, lo primero que hice fue ir a la sala porque tenía muchas ganas de volver a verla y la miraba fijamente simplemente sentada en una butaca de la platea invadida de la extraordinaria belleza y magia que me rodeaban e inevitablemente me conmovió. Este teatro ha conquistado mi alma y mi corazón. Es una maravilla porque además tiene una acústica perfecta y para los cantantes eso es un regalo porque puedes jugar con el poder de la voz, la expresión. Puedes hacer muchos colores cuando cantas porque sabes que la acústica está de tu lado.
Te responde.
Exacto. Este teatro es como un imán que me deja pegada en la butaca para dejarme envolver por una energía única y especial. Me encanta.
¿Cómo te sentiste en los ensayos?
Muy bien. Estamos desde hace dos semanas con un ensayo por día y desde mañana empezamos también la parte musical.
¿Qué otros roles te han gustado mucho hasta el momento?
Muchísimos porque en cada uno que hago pongo y saco algo de mí en diferentes maneras. No puedo no hablar de Carmen que para un mezzo tiene todo, todo, todo. Las mezzosopranos tienen muchísimos papeles muy agradables, si tu piensas en Werther, en Charlotte, en el repertorio francés; en Capuletti e i Montecchi de Bellini. También está el repertorio de Romeo que es un papel protagonista que me encanta; debuto ahora Giovanna Seymour en el Anna Bolena de Donizetti y su papel es súper. Hay muchos papeles, especialmente en francés. Si piensas, por ejemplo, Benvenuto Cellini, de Berlioz tiene al personaje Ascanio. Hay muchos, pero desafortunadamente algunas óperas se hacen poco.
¿Te gusta mucho el repertorio francés?
Sí, me gusta mucho el italiano y francés. Canté también en alemán. En este momento, para mi voz es más cómodo este tipo de repertorio francés y el belcanto italiano. A Mozart -cuando está la ocasión- lo canto con mucho gusto porque siempre te arregla todo, en todas las posiciones, es como ir con el coche a hacer una revisión. Es volver a limpiar todo. Ojalá un día pudiera cantar aquí en el Teatro Colón, aunque sea Charlotte de Werther, pero en este momento si tuviera que elegir un papel que cantar en este maravilloso teatro, hubiera elegido Adalgisa, así que estoy feliz.
¿Qué fue lo que te atrapó de la ópera siendo niña?
Me gustaba cantar, ser un poquito actriz, imitaba, lo tenía en la sangre, no sé cómo explicarlo. Desde pequeña participaba en la escuela en pequeñas representaciones. Lo hacía con mucho placer y me salía bien. Desde la escuela elemental, la maestra escribía siempre que tenía algo, una inclinación artística.
Empecé primero con estas pequeñas representaciones imitando a los tenores y cantaba en la iglesia también, pero nunca en el coro; también en bodas de la iglesia el Ave María o algo así. Después hice el examen de canto en el Conservatorio y desde ahí he trabajado mucho en cursos, audiciones y pasito a pasito aquí estamos.
¿Haces también algo de música de cámara?
Mucha. Recuerdo que mis primeros años de conservatorio mi maestra me insistía en cantar arias de música antigua y piezas de cámara. Me gusta mucho Falla, Granados, Turina, Villalobos. Todo ese repertorio me encanta, como así también la zarzuela, la música francesa y la música de cámara italiana.
Desde el principio he hecho muchísima música de cámara, sobre todo en los primeros años y ahora también, lo que pasa es que en Italia hay pocas ocasiones para cantar música de cámara. No basta una vida para descubrir toda la música preciosa que existe, no es suficiente. Necesitamos 10, 20, 30 vidas para descubrir todo.
Seguramente, alguien del público te habrá visto en 2012 ¿Con qué se encontrarán ahora?
El público de 2012 me vio nacer prácticamente porque recién empezaba. Ahora tengo más experiencia, años de trabajo en la espalda; la voz también ha madurado porque en seis años crece. Pero una cosa en la que no he cambiado es que mantengo aquella pasión y entusiasmo que tenía al principio. Me verán en un papel femenino, el otro era masculino, que espero al público le guste.
Seguramente sí…
Esperemos. Adalgisa tiene mucha dificultad, el papel no es fácil, desde el punto de vista vocal tiene una extensión grande con grandes líneas melódicas con frases largas, muy sentida, expresiva y tiene también muchas partes duras. Espero que la voz esté bien y haré lo mejor que pueda para que le gente pueda disfrutar de lo que hago.
¿Cuáles son los desafíos para un cantante de ópera del siglo XXI?
Ahora en nuestro tiempo todo corre de manera veloz, termina una producción y en dos días estás en otra, con otro papel. Tomas un avión y estás en otro sitio con otro rol diferente. Creo que este es el desafío más grande hoy: poder decir “no”. Porque si lo dices sientes que pierdes la ocasión, pero es difícil porque cuando trabajas mucho con roles diferentes, siempre corriendo, es muy peligroso si no te sabes cuidar la voz. Entonces el desafío para mí hoy es saber cuando tu voz no te lo permite, porque ya es demasiado para tu salud física, vocal o mental. Tenemos que tener el coraje de decir “no” para salvaguardar nuestro instrumento y nuestra salud. Es difícil porque no se puede hacer todo y todo súper bien, necesitas tiempo para recargar, dejar descansar la voz un tiempo para ponerte en otro papel. Son tus cuerdas y tienes que respetar tu instrumento y el tiempo que necesita. En el pasado, claro, no tenían esta tecnología que nos ayuda mucho, pero viajando ellos tenían muchísimo más tiempo, no estaba el avión y en cuatro horas..
Eran días, a veces semanas incluso cruzando el océano.
Estaba el barco, se tomaban más tiempo, descansaban la voz. Me gusta leer mucho la vida de los cantantes, sobre todo cómo pasaban los días cuando no estaban trabajando. Sabían esperar, dar tiempo. Si hoy hago un papel y al otro mes tengo un papel muy diferente, entonces tengo que maniobrar el instrumento de manera diferente, no puedo hacerlo súbito, tengo que primero limpiar la voz, darle tiempo y poco a poco ponerla en otro sitio. Porque cuando estas cuerdas no estén más, uno no puede cambiarlas como con un instrumento.
Otro desafío es saber elegir los roles justos para uno. También es muy importante no olvidar tus raíces. No cambiar.
Mantener la identidad, la forma de pensar…
Eso te salva porque cuando todo sale bien y estás súper contento, es fácil perderse y solo tu familia, tu raíz, los que de verdad siempre están contigo, en las buenas y en las malas, te dan la base. Los valores son importantes.
Nada de divismo…
Sí, divas sí porque somos divas ¿Pero sabes dónde? Sobre el escenario. En la vida nunca cambiaré porque soy así, soy Annalisa, pero en el escenario absolutamente sí porque me transformo en una diva y en una tigresa.
Hay algunas que no separan el escenario de la vida…
No lo sé, no es mi caso y espero que nunca me suceda (risas).
¿Y ahora cómo siguen tus proyectos después de Buenos Aires?
Después de aquí voy a Italia y luego debuto en la Ópera de Berlín con el papel que he cantado más veces hasta ahora, “El Barbero de Sevilla” y también tengo un debut en otro rol maravilloso que todavía no puedo contar (risas). Cruzo los dedos para que todo salga bien y se confirme.
¿Cuando tenés tiempo libre qué te gusta hacer?
Ahora mi tiempo libre es poco, pero lo que me gusta hacer cuando estoy en casa es disfrutar de mi familia, mis amigos, de toda la gente que quiero y me quiere y que nunca veo. Me gusta hacer vida normal, cotidiana en mi casa. Me gusta visitar el lugar donde estoy porque tenemos la suerte de girar por el mundo y cuando tengo tiempo libre y no estoy trabajando me gusta pasear un poco.
¿Pudiste recorrer algo en estos días?
Fui a dar un paseo por La Catedral, por Plaza de Mayo, pero tengo un plan para visitar cuando tengamos esta semana libre porque Buenos Aires me encanta. Tengo que ver el río, museos, muchas cosas. Pero no hay mucho tiempo libre en realidad. Mis amigos me dicen: “tú estás siempre visitando el mundo”… Sí, el aeropuerto, el hotel y el teatro” (risas).