Tras casi 50 años de trabajo como fotógrafo en el Teatro Colón y manteniendo la inspiración intacta, Arnaldo Colombaroli nos habla de su profesión, de sus comienzos y del día a día dentro de uno de los teatros líricos más importantes del mundo.
¿Cómo fueron sus comienzos con la fotografía y su llegada al teatro Colón?
Yo soy rosarino, así que todo comenzó allí. Si bien no era profesional era al menos un fotógrafo. En el año 67, un amigo que trabajaba en el Colón me dijo: Necesitan fotógrafo ¿Por qué no te presentas?
Así fue que me presenté y luego entré como fotógrafo. Pero entré “con pinzas”, ya que me estaban observando para ver cómo trabajaba. Por suerte me fue bien. Desde el 2 de enero del 68 hasta el día de hoy, fui ascendiendo en los cargos hasta llegar a mi puesto actual de JEFE ESCENOTÉCNICO DE LA SECCIÓN FOTOFILMACIÓN.
Creo que pude hacer esta carrera porque soy un hombre del teatro, soy actor y ya había comenzado mi carrera en Rosario. En esos tiempos, mantenía contacto con fotógrafos constantemente, ellos me mostraban lo que habían tomado y yo tenía que elegir fotos y luego se las compraba. Entonces cuando comencé a trabajar en el Colón yo ya sabía de qué se trataba. Muy diferente hubiera sido si yo hubiese sido una persona ajena al teatro y a la música. Se podría decir que fue bien visto que yo fuera actor, la gente decía “por lo menos es alguien del ambiente”.
Durante mi primera etapa en el Colón actuaba en teatros de Bs As y varios amigos del trabajo iban a ver las obras o me veían en la tv o en el cine. Todo se fue mezclando al punto de que con el correr de los años llegué a actuar en la sala principal y en el CETC. Muchas veces recitando y otras actuando.
¿Cómo es un día de trabajo en el Teatro Colón?
Todos los días son muy diferentes. A veces me quedo con la computadora procesando fotos o buscando material en el archivo; otros hay ensayos o funciones; y a veces surgen situaciones especiales, por ejemplo cuando tenemos que fotografiar a bailarinas nuevas que necesitan fotos para los programas.
El trabajo de edición lo hacemos desde el año 2005. Desde ese año existe un archivo digital donde se guarda todo mi trabajo y el de Máximo Parpagnoli. Yo trato de grabarme todos los colores y detalles para luego retocar desde la computadora y no cambiar nada. En cambio antes del 2005 había un laboratorio donde otras personas hacían el revelado y edición y era muy complicado porque teníamos que aceptar lo que nos daban.
¿Podría compartir algunos secretos de la fotografía?
En general en el arte todo se ve fácil pero no lo es. Uno no explica el trabajo que hizo para llegar a un determinado resultado. Es muy apasionante pero también hay mucha responsabilidad. Un secreto o técnica que uso en general es ir siempre a los ensayos para no perderme nada durante el concierto. Tengamos en cuenta que los músicos no están posando para mí y a veces hay solistas que sólo están en escena veinte minutos, y si uno no está listo el momento pasa y la foto se perdió.
Las fotos en este trabajo hay que pensarlas mucho, no es nada fácil, no voy por los pasillos paseando la cámara y viendo qué sacar. Si no que voy estudiando y pensando lo que quiero hacer para luego poder saber, por ejemplo, a qué hora convendría hacer la toma, porque la luz cambia constantemente, aparte a la noche está el público que podría llegar a molestar para una toma ideal.
A veces tomo una primera foto de un detalle de la sala y luego al mirarla en la computadora me doy cuenta que le falta algo. Entonces después vuelvo y cambio algo para que mejore, desde abrir una ventana para que entre luz, probar en otro horario, etc. Uno tiene sus trampas. El flash no lo usamos para nada porque le saca la elasticidad y la naturalidad a las fotografías. Tampoco uso trípode, por lo que trabajo con lo que da la mano, tal vez apoyándome en alguna columna y hasta a veces sin respirar, usando 15 u 8 de velocidad.
En los ensayos generales normalmente estoy en el palco oficial y, a veces, en los intervalos se me ocurre tomar una foto que no estaba planeada, de lo espontáneo salen cosas muy buenas también.
De derecha a izquierda.: JUAN RODO, ANIBAL LAPIZ, AMBROSIO MAESTRI, ARNALDO COLOMBAROLI Y MATIAS NERRETA.
Mucha gente amante de la música y del Colón encuentra su trabajo envidiable ¿Qué es lo que más disfruta de él?
Disfruto mucho de la música. Yo estudié piano y flauta, así que todo lo que entra por mis oídos me cae bien, no me cansa, ni me aburre. Vengo a muchos conciertos que no tengo que cubrir por trabajo. Por lo que a mi sueldo habría que sumarle todos los conciertos a los que vengo gratis, eso si es envidiable. Les cuento que antes de trabajar en el Colón, venía y pagaba la entrada como todos.
Hace varios años, conocí un fotógrafo que mientras cubría una ópera de 4 horas de duración, se descompuso. Él no estaba acostumbrado a esa música, entonces la pasaba mal y no se inspiraba para tomar buenas fotografías. Esto es lo peor que le puede pasar a alguien acá: hacer las cosas por cumplir. Si una persona ingresa a trabajar al Colón sólo por el sueldo, ¡SONAMOS!
¿Cuál es el aporte de su faceta como actor a su profesión con la fotografía?
Aporta todo, porque uno sabe lo que pasa arriba de un escenario. La diferencia entre un estreno o una repetición. El teatro y la ópera tienen muchas cosas en común, se construye un personaje, hay pruebas de vestuario, etc. Por eso me fue tan natural fotografiar lo que pasaba en un escenario, porque yo ya había estado ahí, hice once años consecutivos “La lección de Anatomía” de Carlos Mathus.
Cuéntenos acerca de las exposiciones que realizó en estos años.
Hubo muchas, más de quince aproximadamente, en Bs As y en el exterior y con distintos temas, como la arquitectura del Teatro, la ópera y otras. Me acuerdo que cuando el Colón cumplió 100 años me pidieron material para exponer en la entrada, eso fue muy importante.En octubre y noviembre de este año hubo una exposición mía en la cafetería ubicada en el Pasaje de los carruajes dentro del Teatro.
Hoy en día, gracias a las redes sociales se puede estar más cerca del público…
Claro, pienso que gracias a Facebook mucha gente se interioriza con mi trabajo, tal vez más que en las exposiciones a las que va sólo un grupo reducido de personas.
La gente me sorprende y aprecia mucho lo que comparto. Por ejemplo, subí muchas fotos de Falstaff, pero había una que yo consideraba estupenda y cuando la compartí pensé: “vamos a ver qué dicen”. Y enseguida aparecen los comentarios del público y también de los artistas. También muchas personas se entusiasman cuando subo algún detalle de la sala, que a veces pasan desapercibidos, y yo se los muestro en primer plano.
Siendo testigo de tantos ensayos y conciertos, debe tener muchas historias que recordar. ¿Podría compartir una con nosotros?
Una vez, una bailarina que tenía un gran traje de unicornio, muy bien hecho, me pidió que tomara una foto en el medio de una función. Le dije que sí y entramos en una pieza que hay al lado del escenario mientras la función seguía. Cerramos la puerta para estar más tranquilos y no nos dimos cuenta de que el acto había terminado. Mientras seguíamos haciendo tomas, alguien quiso entrar pero la bailarina trababa la puerta con el cuerpo ya que se estaba apoyando ahí y decía NO, NO, NO ¡POR FAVOR!. Entonces los de afuera pensaron que había alguien teniendo relaciones y se empezaron a sumar espectadores. Cuando salimos, todos entendieron que sólo estábamos haciendo unas fotos, pero la anécdota quedó para siempre.
El paso del tiempo en el Ballet a través de dos imágenes históricas.
NORMA FONTENLA y JOSÉ NEGLIA en » COMBATE » 1970
PALOMA HERRERA y JUAN PABLO LEDO en » GISELLE » 2014
Pueden ver más fotografías de Arnaldo Colombaroli en su pefil de Facebook.
Por Nicolás Gagliani
Ph: Arnaldo Colombaroli