La Academia del Festival Portillo fue diseñada para proporcionar a jóvenes talentos de América Latina la oportunidad de ingresar a un ecosistema de excelencia, estudiando con algunos de los mejores músicos de cámara del mundo. En este caso, la cornista argentina Ñawin Rodríguez, participará por segunda vez con su agrupación de cámara, el «Quinteto Blansarme«. Con ella hablamos de la importancia de las Orquestas Escuelas y del Festival Portillo.
Ñawin comenzó sus estudios en la Orquesta Escuela de Florencio Varela (Provincia de Buenos Aires). En 2015 ingresó al Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (ISATC) y ese mismo año, ganó la beca del Mozarteum Argentino para estudios dentro del país. Sus profesores han sido: Paula Muñoz, Andres Bercellini y Luis Martino, Fernando Chiappero y Martcho Mavrov. Actualmente es miembro de: Banda de Música de la Policía de la Ciudad de Buenos Aires, Ensamble de Bronces «Buenos Aires Brass», compañía de ópera Sol Lírica y Primer Corno de la Orquesta Sinfónica Juvenil Nacional «José de San Martín».
Tus inicios en la música fueron en una Orquesta Escuela, ¿nos podés contar más cómo llegas y cómo fue esa experiencia?
Empecé en la Orquesta Escuela por invitación de una amiga que iba conmigo al Conservatorio, estudiábamos flauta traversa y estábamos haciendo el primer año, recién empezábamos. Fue ella quien me comentó de la existencia de las Orquestas Escuelas, sus hermanos que tocaban violín ya iban. La verdad, ¡yo no sabía qué era una orquesta! Además, algo muy importante, nos prestaban el instrumento para llevarnos a nuestras casas. En el Conservatorio no existía esa posibilidad, para estudiar con el instrumento había que ir hasta la institución y a veces el instrumento estaba disponible y otras no. Y las clases eran de 15 o 20 minutos, por lo cual no había mucha posibilidad de practicar. Así que fui a averiguar y me dijeron “bueno, sentate”. Fue toda una sorpresa, yo iba para ver cómo era, si me tenía que inscribir o qué tenía qué hacer y me invitaron inmediatamente a sentarme en el ensayo de la orquesta. Yo no sabía tocar mucho porque, como te decía antes, estaba recién en mi primer año de estudio, pero me pusieron en lo que sería la orquesta inicial, éramos todos alumnos que recién se iniciaban en sus instrumentos.
¿Cómo fue la experiencia?
Fue muy rica y grata en varios sentidos. Estuve muchos años y con respecto a lo musical pasé por las orquestas de todos los niveles, conforme fui estudiando y mejorando, primero con la flauta traversa y después con el corno cuando decidí cambiar de instrumento. Tocábamos en distintos lugares, hacíamos conciertos en escuelas para que se inscribieran más estudiantes, en iglesias y también en algunas salas donde tocan orquestas profesionales.
Así que la verdad es que aprendí muchísimo, además la posibilidad de estar en una orquesta desde el primer momento me sirvió a mí como música para aprender un montón de cosas que tal vez no te enseñan en el Conservatorio, cosas que son del oficio de trabajar en grupo.
Y después la parte más humana, además de hacerme de muchísimos amigos, aprendí un montón de valores, como el compromiso, el cariño por lo que uno hace, la constancia, el esfuerzo, la paciencia. Valores que no es que te los decían, sino que con el ejemplo de otros compañeros y profesores uno los va incorporando, así que siempre recuerdo con mucho cariño esa parte de mi formación de las Orquestas Escuelas.
No es lo más común elegir como instrumento el corno. Entraste tocando la Flauta Traversa, ¿cómo llegaste a esa elección?
Cuando ingresé en la Orquesta Escuela no había cornos. De a poco se iban incorporando algunos instrumentos menos comunes como el oboe, el fagot, los timbales, pero faltaba el corno. Yo no conocía el instrumento, pero en un encuentro de orquestas asistí a un concierto de otros chicos y hubo un instrumento que me llamó poderosamente la atención y automáticamente pregunté qué era. Mi profesor, el director de la orquesta, me comentó que se trataba del corno francés y que justo en ese momento nuestra orquesta ya contaba con los instrumentos, solo faltaba el profesor. Y no puedo creer la casualidad en todo, pero la semana siguiente ingresó un profesor nuevo y se abrió la cátedra. Así que me anoté y a partir de ahí no dejé: me gustó muchísimo más que la flauta.
Yo ya llevaba cinco años de flauta y con solo unos meses de corno, no me sonaba bien, pero era mucho más feliz. Me apoyaron muchísimo desde la orquesta, me podía llevar todos los días el instrumento a mi casa y tenía clases, y ya empecé con repertorio de orquesta. Lo bueno, como ya sabía leer música, es que fue más fácil el cambio. Por supuesto, tenía que aprender la técnica del instrumento, pero ya tenía un camino allanado de lo que era el trabajo de orquesta. Para todo eso, yo ya tenía 17 años.
Super importante el trabajo de las Orquestas Escuelas. Cambiando de tema, pero un ítem también muy importante para los músicos: Los festivales. Esta es la segunda vez que vas a participar del Festival Internacional Portillo ¿Qué te dejo la primera edición a nivel musical y humano?
Con mi agrupación actual, el Quinteto Blansarme llegamos a Portillo buscando lugares donde pudiéramos tener clases y mayor actividad. La música de cámara, y en especial la de vientos, no está tan desarrollada, no se conoce tanto y queríamos mejorar y aprender. La primera vez no sabíamos con qué nos íbamos encontrar porque no conocíamos a nadie que hubiese ido de Argentina, pero la verdad es que superó ampliamente nuestras expectativas. Tuvimos clases con profesores increíbles que nos ayudaron muchísimo tanto en lo técnico como en lo musical: ampliaron nuestro límite. Nosotros pensábamos que podíamos llegar hasta un cierto punto y la verdad es que pudimos superar y romper esa barrera. Logramos cosas que no pensábamos. Durante el Festival se trabaja muchísimo, hay toda una sinergia. Uno está pensando todo el tiempo en lo que tiene que tocar, comparte con el resto de los compañeros más allá de su grupo de cámara y es súper enriquecedor compartir experiencias.
Conocer la realidad de otros países, cómo trabajan, cuáles son las expectativas. También conocer su formación, cómo son las orquestas o los grupos de cámara en otros lugares. La verdad, uno aprende muchísimo en muchos niveles y también queda el contacto tanto con los otros participantes como con los profesores que son increíbles, son estupendos.
¿Qué esperas de esta nueva edición?
Mi deseo es que haya mucho más Portillo Fest y que a su vez también haya otros espacios que nos permitan este intercambio y la posibilidad de aprender de los mejores maestros. Me gusta mucho la idea que plantea Portillo de enfocarse al 100% en lo que uno está haciendo para mejorar, para compartir y para valorar también lo que hacemos nosotros mismos y, por supuesto, también lo que hacen nuestros colegas. Por eso vuelvo, por eso se lo recomiendo a todos. Tienen que participar como músicos, es una experiencia increíble.
Y para quienes no somos músicos, podemos ir a disfrutar del resultado y de los conciertos que brindan durante esa semana. Nos estaremos viendo ahí Ñawin, muchísimas gracias.
Toda la info del Festival Internacional Portillo aquí:
https://musicaclasica.com.ar/musica-clasica-en-las-montanas-festival-internacional-portillo/
Por Gabriela Levite.