De ascendencia armenia, Alicia Terzian nació en Córdoba y se graduó del Conservatorio Nacional Buenos Aires. Compositora, directora, musicóloga y difusora de la música contemporánea, se formó con Alberto Ginastera, Gilardo Gilardi, Roberto García Morillo y Floro Ugarte, entre otros grandes referentes nacionales.
Por consejo de Ginastera, hace 53 años creó la Fundación Internacional Encuentros, cuyos “Festivales Encuentros” son escenarios de la música contemporánea en Latinoamérica. Más tarde fundó el Grupo Encuentros realizando más de 34 giras internacionales en los cinco continentes.
En 2019 el sello norteamericano Pharma Records y la Orquesta del Estado de Siberia en Rusia realizaron la grabación de su Concierto para Violín y Orquesta junto al maestro Rafael Gintoli.
Aquí charlamos con una de las personalidades más destacadas de la vida musical de la argentina.
Por Fernanda Lastra para el ciclo Compositores.AR* – Entrevista Nº2.
Alicia, si le digo que la música “conecta”, ¿qué relación encuentra entre esta palabra y su obra?
Casi todas mis obras tienen una conexión muy grande con el público, ya sean las de piano, orquesta o de cámara. Ya sean de la primera época que eran politonales, hasta las electroacústicas, y las más actuales que son microtonales, en todas encuentro esa conexión. Creo que tengo una especial suerte dentro de la historia musical de nuestro país, porque, en general, mi manera de comunicarme, de componer, mi sistema de creación, llega al público. No sé por qué razón.
¿Y si le digo la palabra “transforma”?
También soy pedagoga y sin duda la música es un medio para transformar a la gente, hasta los médicos la utilizan. La música conecta al individuo con ese mundo interior que no puede expresar. Así que sí: transforma. Y es así como los grandes compositores han llegado a tener influencia, no los conocían a ellos sino a su música. Siempre digo que Mozart, incluso Beethoven, componía en el castillo para un rey pero a veces las ventanas estaban abiertas y escuchaban los lacayos, los sirvientes, que estaban afuera y ellos se sentían transformados.
A través de la creación transmitimos una manera de ver el mundo. A muchos no les gusta cierto tipo de música por parecerles demasiado agresiva y yo les digo “¿pero qué mundo le has dado vos a este compositor como para que él te de un mundo diferente?”. Cualquier compositor que te parezca que es muy agresivo y muy duro, es el reflejo de lo que el mundo le transmitió.
La creación es algo muy mágico y yo agradezco poder escribir sonidos en un papel, después tocarlos y que el público me diga cuál fue la reacción.
A través de la creación transmitimos una manera de ver el mundo.
¿Qué obras la transformaron?
La de los grandes compositores de mi época. Tenía 20 años cuando comencé la carrera de composición con Ginastera, en ese entonces estaban por un lado Bártok y Stravinsky, y por otro Schoenberg y Alban Berg, que era la tendencia más novedosa. Me transformaron muchísimo. Y se nota tanto en mis primeras obras como el Concierto de Violín y Orquesta (1954-55) como en las más actuales como Carmen Criaturalis, trompa, vibráfono, platillos y orquesta (1971) y hasta en las últimas.
Pero, a su vez, mi escritura muestra el cambio que se ha manifestado dentro mío a través de conglomerados de sonidos diferentes y lo transmite como si fueran cataratas de sonidos. Siempre he sido muy espontánea para componer y creo que el público, en general, cuando las escucha -e incluso las obras teatrales que son electroacústicas- se ha mostrado muy metido. Por esa razón me extraña no haber escrito óperas y debí haberlo hecho. La ópera es la relación del ser humano, a través de la música, con él con el prójimo, con el que escucha.
¿Alguna obra que usted tenga como favorita dentro de su catálogo?
Mis obras son como los hijos, los quiero a todos. Cada obra me ha dado satisfacción al componerla. Después cuando se tocan por otros lados del mundo es un problema ya de los “hijos”, ya se independizaron. Me importa lo que voy a tener ganas de decir mañana cuando me siente al piano. Siempre me siento con el piano abierto para dejar que el sonido surja en un silencio absoluto, de noche.
El silencio es una hoja en blanco para crear.
Y para llenarlo de sonidos. Incluso muchas veces el pensamiento musical va tan rápido que voy poniendo los compases y de repente vuelvo y digo “acá va esto y esto”. Pero si me lo pongo a escribir en el momento me olvido en la continuidad del pensamiento.
¿Qué es lo que un compositor refleja en su música?
Cuando un compositor es auténtico no refleja nada en su música más que su propio concepto de lo que debe ser la transmisión de un sentimiento, o la idea interna que tiene sobre la creación. Yo no busco nada, simplemente me dejo llevar cuando tengo ganas de componer, que no son todos los días. Recuerdo que Stravinsky me decía que hay que componer todos los días y yo le decía: “Maestro, yo no tengo ganas de componer todos los días porque soy un ser humano”. Es decir, yo no compongo porque tengo que componer sino porque necesito transmitir algo que no sé qué es, y que tiene que ver con mi realidad, con el mundo que estoy viviendo.
Creo que un compositor, como un creador de pintura o de poesía, debe ser un transmisor de la época que está viviendo internamente. Comienzo a las 10 de la noche con una copita de coñac y hasta las 5 de la mañana compongo. En ese momento siento que nada más que yo existe en el mundo. Y tengo ganas de decir qué es lo que para mí significa el mundo. Estoy transmitiendo lo que he vivido hasta ese momento, o algo que leí y me transformó.
Tengo una relación muy grande con los compositores actuales y todos se manifiestan de esa manera. Yo siento que si su música me importa es porque me está diciendo algo, entonces de esa manera me conecto con mis colegas. Y con mi música me pasa lo mismo. Si yo no tengo nada que decir puedo pasarme meses sin escribir.
¿Cómo podría definir su técnica de composición?
Como me dijo Ginastera: “Cuando tenga que decir algo, arme su propia técnica, pero su técnica va a venir sola”. Yo creo que el acto de la creación es algo mágico. Lo que funciona conmigo es que escribo desde el corazón y la técnica la armo yo misma, tal como me me dijo Ginastera, que me enseñó todas las técnicas musicales pero siempre me dijo que tenía que armar mi propio sistema musical en el cual expresar lo que estoy sintiendo en ese momento, porque es eso lo que queda y lo que acerca al público.
¿Cómo surgió el concierto para violín?
En el primer año de la carrera de composición estábamos estudiando obras de piano y le dije a Ginastera que quería componer un concierto para violín. Me miró y me dice: “Bueno, si tiene ganas, hágalo. Pero, por favor, antes de poner un solo sonido en el papel me estudia todos los conciertos que se tocaron y que se escribieron hasta ayer, porque usted sabe que el mundo ya se creó”.
¿Qué podría contarnos de su familia, la apoyaron con la decisión de estudiar música?
Era una familia muy culta aunque no tenían nada que ver con la música. Pero dejaron que yo me expresara y estudiara lo que quisiera. Muchos amigos de mi padre le decían de qué iba a vivir si con la música no se puede llegar a ningún lugar… y mi padre les decía que si me gusta la música no tenía nada que hacer, solamente seguir mi interés.
Usted ayuda muchísimo a jóvenes compositores, ¿cómo es esa experiencia?
No quiero cambiar a la gente, simplemente me interesa ayudar a los otros en lo que puedo. Yo hago mucho con los jóvenes compositores, fui maestra en el conservatorio durante muchos años y les iba dando mi opinión sobre las obras. Analizaba las partituras y descubría dónde estaba la esencia del compositor. Les decía dónde podían encontrarse a sí mismos.
¿Y cómo ve el futuro de la música en argentina?
Lo que yo hago es el presente, el futuro es que los jóvenes sigan componiendo y por eso les consigo becas, estreno sus obras. Constantemente trabajo para que sus obras orquestales o de cámara se toquen en los festivales internacionales a los que me convocan. Me importa muchísimo que la gente joven esté presente. Ya desde hace 30 años que organizo un concurso de música contemporánea argentina, y todas las obras que recibo las difundo por todo el mundo. Yo no las elijo sino que organizo lo que llamo “La tribuna argentina de compositores y la tribuna argentina de compositores de música electroacústica” y entonces nos reunimos en casa, durante 5 o 6 horas, con varios colegas para escuchar y después votamos. Lo que hago lo podría hacer el gobierno. Y la verdad que cuando puedo “obligo” a mis alumnos a salir, a estudiar afuera, pero les digo que amen a su país y se difundan siempre como argentinos, pero que hagan su carrera afuera porque acá nadie los va a acompañar.
¿Cómo es la relación de un compositor en los primeros ensayos de una obra con la orquesta y con el director?
Mi experiencia no es tan buena para los directores, porque desde el principio tengo que estar segura de que ellos conocen la obra. Más de 70/100 directores han dirigido mi obra y todos me han dicho que soy complicada, pero es porque soy muy exigente. Saben que tiene que estar muy bien trabajada la partitura. No concibo que un director no tenga bien analizada la obra y si el compositor vive, hay que hablar con él. En mi caso, que solo dirijo obras contemporáneas, busco al compositor y hasta que no me diga todo lo que yo necesito no paro. Es que quiero que salga más de lo que está escrito en la partitura. Nadie compone las notas detrás de las notas, hay un sentimiento, hay una expresión, hay un decir algo más que yo debo conocer como intérprete, y el director de orquesta también.
Así que sí, soy un poco complicada, pero después quedamos muy buenos amigos.
*Compositores.Ar es un proyecto de difusión de la música Argentina, una idea y producción de Fernanda Lastra, una de las jóvenes directoras de orquesta que hoy representan a la Argentina en el país y el exterior. Ver entrevista completa en nuestro canal de YouTube
Otra de las entrevistas realizadas para el ciclo de Compositores.AR fue a Claudia Montero. La podés leer aquí: “Un proyecto, en la vida de cualquier persona, es el motor”