Freddy Chávez Cancino es un (etno)musicólogo y profesor chileno que se encuentra realizando el Doctorado en Música, dirigido por Cristhian Uribe, en la UCA. En una entrevista con la musicóloga Silvina Luz Mansilla, codirectora del doctorado, habló sobre su tesis, en la que indaga acerca de las investigaciones que realizó Carlos Isamitt en las comunidades araucanas.
–Carlos Isamitt Alarcón es el objeto de estudio de tu tesis doctoral en la UCA, ¿quién fue?
-Fue un pintor, investigador, compositor y pedagogo chileno, conocido mayormente como creador de música académica, que desarrolló una labor todavía no estudiada en las comunidades araucanas, durante la década de 1930. Mi tesis busca esclarecer el perfil que sostiene aquellos estudios pioneros realizados in situ; trato de hacerme cargo de la construcción teórica del perfil intelectual con el cual Isamitt encaró sus investigaciones en las comunidades araucanas del sur de Chile.
-¿Qué podrías contarnos del archivo personal-familiar de Carlos Isamitt?
-Se trata de un enorme repositorio producto de toda su actividad, en posesión de sus hijos, al cual accedo desde hace aproximadamente diez años. Con enorme paciencia, me han dejado ir indagando en sus papeles, partituras, correspondencia, documentos administrativos, obras pictóricas, en fin, un cúmulo de materiales que da cuenta de la enorme actividad desplegada por este chileno nacido en Rengo, a lo largo de su extensa trayectoria.
-En 2022 recibiste un premio nacional en Chile ¿verdad?
-Sí, fue una alegría que me distinguieran con el Premio a la Música Nacional “Presidente de la República”, en la línea edición musical, que lo entrega el Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio. Existe en Chile una Ley de Fomento de la Música Nacional dedicada a la valoración no solo de los méritos artísticos sino también de este tipo de trabajos investigativos con menos visibilidad pública, como es la edición de partituras.
-Recientemente publicaste en la Revista Musical Chilena. Es interesante destacar tu honestidad intelectual a la hora de intentar comprender el posicionamiento de Isamitt en el tiempo en que estuvo dedicado a la recopilación de cantos araucanos.
-Es que Isamitt debió vivir una gran tensión teórica y metodológica al decidir editar en formato de partitura los cantos araucanos que había logrado tomar en sus años de convivencia con ellos; no existía la posibilidad de contar con aparatos de grabación, por lo cual él debió proceder con lo que en etnomusicología solía llamarse la “toma directa”. Él no llegó a publicar en vida sus famosos Treinta cantos araucanos. De hecho, ese libro permaneció inédito hasta 2019, cuando decidí darlo a la luz. En el artículo reciente que señalas, pude dar evidencias documentales que vinculan su trabajo etnográfico con una declarada defensa política de las comunidades en estudio, desmitificando en parte la idea sostenida hasta ahora, de que Isamitt solo recopilaba material musical para ser usado en sus propias creaciones.
-Sobre tu interés en registrar las músicas que Isamitt creó para distintos formatos, porque no solamente te has ocupado de las partituras sino también de ser un verdadero curador que acompaña las obras hasta su interpretación y registro fonográfico, ¿cuáles son las últimas novedades al respecto?
-Bueno, luego de los primeros discos compactos que pude gestionar y que abarcan las obras instrumentales de cámara de Isamitt para dúo de violín y piano y cuartetos de cuerdas, recientemente he estado involucrado en el registro de composiciones pianísticas y de su obra para orquesta de cámara El grito de la sangre, que es una cantata épica mapuche con texto en mapudungún. Además, en 2020, se registró la suite El gato con botas, a cargo de la Orquesta Clásica de la Universidad de Santiago de Chile.
-¿Cuáles son tus proyectos para 2023?
-Este año tengo adjudicados dos financiamientos del FONDART, el Fondo Nacional de Desarrollo Cultural y de las Artes, en Chile: uno destinado a la edición crítica de la famosa obra Friso araucano; y el otro, para registrar en disco los Treinta cantos araucanos que recopilara Isamitt. Asimismo, tengo en firme una invitación para septiembre, por parte de la New York Public Library for the Performing Arts, en New York, donde ofreceré una conferencia y un concierto explicativo sobre la creación musical del artista chileno.
-¿Qué nos podrías decir sobre tu vivencia UCA como estudiante de doctorado, que ya casi va finalizando? ¿Ha influido en algún sentido ser un estudiante latinoamericano?
-Solo tengo agradecimiento por haber podido madurar académicamente, en todos los aspectos de mi actividad y no solo en la musicología. Sentí mucha cercanía con los profesores, que han favorecido siempre el diálogo para abordar el objeto de estudio de la investigación en camino. En lo que hace a ser un estudiante “latinoamericano”, muchas veces ocurría que la conversación cotidiana con compañeros de otros países se veía enriquecida con nuevas perspectivas o cuestiones metodológicas, que no aparecerían sin ese intercambio desde la gran variedad de procedencias que tiene el programa UCA. Al mismo tiempo, me interesó siempre poderme supeditar a la musicología en términos metodológicos, esto es, a la especificidad que tiene este programa de Doctorado en Música, que es infrecuente en el ámbito universitario de América Latina.
Silvina Luz Mansilla.
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