5 famosas obras dedicadas al mar: Debussy, Britten y más

Este artículo presenta una selección de cinco famosas obras inspiradas en el mar, el océano y el agua, cada una con su propio enfoque y fuerza expresiva. Acompañadas de descripciones breves, se incluyen también enlaces a videos imperdibles. ¿Qué pensas de la obra que pusimos en el primer puesto?

5 – Benjamin Britten – «Four Sea Interludes» de Peter Grimes (1945)

Peter Grimes de Benjamin Britten es una de las óperas en inglés más exitosas y una destacada obra del repertorio británico. Basada en un poema de George Crabbe, se desarrolla en un pequeño pueblo pesquero de la costa de Suffolk. La trama gira en torno a Peter Grimes, un pescador solitario y autárquico, y los habitantes del pueblo, quienes lo rechazan, buscando reforzar su propia seguridad y moral burguesa. El mar, a su vez, actúa como un personaje que simboliza tanto el fracaso como las aspiraciones de Grimes.

Los Interludios del Mar proporcionan un equilibrio entre el drama y las transiciones escénicas, además de ofrecer un retrato musical del entorno y el clima emocional. El primero, “Alba”, captura el amanecer con un aire sombrío, seguido de “Domingo por la mañana”, que trae momentos de esperanza. “Luz de Luna” antecede al violento “Tormenta”, que expone los conflictos más profundos de los personajes. A través de estos interludios, se construye el ambiente que soporta el desarrollo del drama.

4 – Felix Mendelssohn – Las Hébridas (Obertura «La Gruta de Fingal», 1830–1832)

La Gruta de Fingal, ubicada en la isla deshabitada de Staffa, Escocia, está formada por columnas de basalto de uniones hexagonales. Su nombre gaélico, Uamh-Binn, significa «cueva de melodía». En 1829, Félix Mendelssohn visitó la cueva y compuso la obertura, inspirada por su impacto emocional. Estrenada en 1832, esta obra combina influencias clásicas de Mozart y Beethoven con una visión romántica de la naturaleza, capturando el vasto paisaje marino y el misticismo de la cueva. La obertura, a pesar de su título, es una composición autónoma que ha perdurado como parte esencial del repertorio orquestal.

3 – Maurice Ravel – Jeux d’eau (1901)

Aunque más asociada al agua en movimiento, esta pieza pianística también puede evocar la frescura y la vivacidad de paisajes acuáticos cercanos a la playa.

Ravel compuso Jeux d’eau en 1901 mientras estudiaba en el Conservatorio de París, dedicándola a su maestro Gabriel Fauré. La obra, inspirada por el carácter sonoro del agua, presenta cascadas de glissandos, escalas cromáticas y ritmos irregulares que evocan el movimiento y la fluidez del agua. Aunque basada en la estructura sonata, evita el esquema tonal clásico. Jeux d’eau influyó en Debussy, quien compuso Reflets dans l’eau siguiendo un tema similar.

2 – Ralph Vaughan Williams – «A Sea Symphony» (1909)

Basada en los poemas de Walt Whitman, celebra la inmensidad del mar y la conexión del ser humano con él.

Ralph Vaughan Williams compuso A Sea Symphony en 1909, estableciendo su lugar como una figura clave en la resurgencia de la música inglesa del siglo XIX. Inspirado por los textos de Walt Whitman, el compositor tomó versos de Leaves of Grass y Passage to India para estructurar su primera sinfonía, una ambiciosa obra coral y orquestal. La primera interpretación en 1910 consolidó su reputación, destacando su habilidad para manejar el coro y la orquesta con maestría.

Sea Symphony se caracteriza por el uso de una combinación única de tonalidades mayores y menores, así como por pasajes inspirados en la grandeza y el poder del mar. La obra incluye cuatro movimientos: el primero, A Song for all Seas, all Ships, comienza con una fanfarria que evoca la inmensidad marina; el segundo, On the Beach at Night Alone, ofrece una meditación introspectiva; el tercero, The Waves, despliega un virtuosismo pictórico de los mares agitados; y el cuarto, The Explorers, culmina en una reflexión sobre la búsqueda del conocimiento y el alma aventurera del ser humano.

1 – Claude Debussy – «La Mer» (1905)

Debussy compuso La mer en 1905, inspirado tanto por sus propias experiencias con el océano como por el arte y las impresiones de otros, como los pintores Turner e Hokusai. La obra refleja su admiración por el impresionismo, tanto musical como pictórico, siendo una respuesta a las corrientes estéticas de su tiempo. Aunque el contacto de Debussy con el mar fue limitado, sus visitas a Londres y el estudio de las obras de Turner influyeron en el desarrollo de La mer, que se convirtió en una exploración musical del océano.

La estructura de La mer presenta tres movimientos que actúan como bocetos sinfónicos, no ajustados a una forma tradicional. El primer movimiento evoca el amanecer sobre el mar con una música expansiva y sin ataduras a estructuras clásicas, destacando ideas temáticas recurrentes como los ritmos en dos notas y los melodías en octavas. En el segundo movimiento, la orquestación delicada se complementa con momentos de fuerza, representando el juego de las olas. El tercero retoma los temas del primero, con un enfoque en el diálogo entre el viento y el mar, y concluye con un clímax brillante.

 

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